sábado, 30 de junio de 2012

Nereidas





En la mitología griega, las Nereidas (en griego antiguo Νηρείδες Nêreídes o Νηρηίδες Nêrêídes, en singular Νηρείς Nêreís o Νηρηίς Nêrêís, de νέειν néein, ‘nadar’) eran las cincuenta hijas de Nereo y de Doris.
Se las consideraba ninfas del mar, y como tales vivían en las profundidades del océano; no obstante, emergían a la superficie para ayudar a marineros que surcaban los procelosos mares, siendo los Argonautas los más famosos de entre los que socorrieron mientras viajaban en búsqueda del vellocino de oro.
Simbolizaban todo aquello que hay de hermoso y amable en el mar. Cantaban con voz melodiosa y bailaban alrededor de su padre. Se las representa como bellísimas muchachas, ya sea con piernas humanas o cola de pez en su lugar, coronadas por ramas de coral y portando el tridente de Poseidón, de cuyo séquito formaban parte.
Se aparecen a los hombres montadas en delfines, hipocampos y otros monstruos marinos. Los griegos las adoraban en altares situados en playas y acantilados, donde se les ofrendaba leche, aceite y miel.
Las más célebres eran Tetis (mujer de Peleo y madre de Aquiles), Galatea (amante de Acis y que enamoró al cíclope Polifemo) y Anfítrite (mujer del poderoso Poseidón).

La relación de nereidas aparece en las obras de varios autores clásicos, difiriendo de una a otra.
Así, Apolodoro relata:
De Nereo y Doris nacieron las nereidas, cuyos nombres son Cimótoe, Espeo, Glaucónome, Nausítoe, Halia, Erato, Sao, Anfítrite, Eunice, Tetis, Eulímene, Ágave, Eudora, Doto, Ferusa, Galatea, Acteea, Pontomedusa, Hipótoe, Lisianasa, Cimo, Éyone, Halimede, Plexaura, Eucrante, Proto, Calipso, Pánope, Cranto, Neomerís, Hipónoe, Yanira, Polínome, Autónoe, Mélite, Dione, Nesea, Dero, Evágora, Psámate, Eumolpe, Yone, Dinámene, Ceto y Limnorea.

Hesíodo enumera las siguientes:
Adorables y divinas hijas nacieron en el ponto estéril de Nereo y Doris de hermosos cabellos, hija del Océano río perfecto: Ploto, Eucrante, Sao, Eudora, Tetis, Galene, Glauce, Cimótoe, Espeo, Toa, la amable Halia, Pasítea, Erato, Eunice de rosados brazos, la graciosa Mélite, Eulímene, Ágave, Doto, Proto, Ferusa, Dinámene, Nesea, Acteea, Protomedea, Doris, Pánope, la hermosa Galatea, la encantadora Hipótoe, Hipónoe de rosados brazos, Cimódoce que calma sin esfuerzo el oleaje en el sombrío ponto y las ráfagas de los vientos huracanados junto con Cimatolege y Anfítrite que calma fácilmente las olas sobre el brumoso mar y las ráfagas de furiosos vientos, Cimo, Éyone, Halimede de bella corona, la risueña Glaucónome, Pontoporea, Leágora, Evágora, Laomedea, Polínoe, Autónoe, Lisianasa, Evarne de encantadora figura y belleza sin tacha, Psámate de gracioso porte, la divina Menipe, Neso, Eupompa, Temisto, Prónoe y Nemertes que tiene la inteligencia de su inmortal padre.

Homero cita en la Ilíada a las siguientes:
Allí estaban Glauce, Talía, Cimódoce, Nesea, Espeo, Toe, Halia, la de los grandes ojos, Cimótoe, Acteea, Limnorea, Mélite, Yera, Anfítoe, Ágave, Doto, Proto, Ferusa, Dinámene, Dexámene, Anfínome, Calianira, Doris, Pánope, la célebre Galatea, Nemertes, Apseudes, Calianasa, Clímene, Yanira, Yanasa, Mera, Oritía, Amatea, la de hermosas trenzas, y las restantes nereidas que habitan en lo hondo del mar.

Añadiendo inmediatamente después a Tetis:
Y Tetis, dando principio a los lamentos, exclamó:
—Oíd, hermanas nereidas, para que sepáis cuantas penas sufre mi corazón.

Higino menciona a estas nereidas:
De Nereo y Doris cincuenta nereidas: Glauce, Talía, Cimódoce, Nesea, Espeo, Toe, Cimótoe, Acteea, Limnorea, Mélite, Yanira, Anfítoe, Ágave, Doto, Proto, Ferusa, Dinámene, Dexámene, Anfínome, Calianasa, Doris, Pánope, Galatea, Nemertes, Apseudes, Clímene, [Yanira], Panopea, Yanasa, Mera, Oritía, Amatea, Drimo, Janta, Ligea, Filodoce, Cídipe, Licoria, Clío, Beroe, Éfira, Opis, Asia, Deyopea, Aretusa, [Clímene], Creneis, Eurídice, Leucótoe.
Las pinturas de vasijas de la época citan a otras nereidas más, como por ejemplo Nao, Pontómeda, Cálice, Coro, Iresia, Cimatótea, Eudia, etcétera.

El Dios del Mar



                                           



En la mitología griega, Nereo (en griego Νηρευς o Νηρηος, ‘mojado’) era el mayor de los hijos de Ponto y Gea, probablemente el dios de las olas del mar. Parece que fue también uno de los educadores de Afrodita.

Doris le dio cincuenta hijas maravillosas, las nereidas, todas ninfas del mar. Vivía en el mar Egeo, acompañado siempre por sus hijas, que le entretenían con sus cantos y sus danzas. Era capaz de cambiar de forma, tenía el don de la profecía y ayudaba a los héroes que, como Heracles, fuesen capaces de capturarle incluso cuando cambiaba de forma.
Profetizó a Paris los males que traerían a su patria el rapto de Helena y a Heracles le ayudó, por la fuerza, a buscar las manzanas de oro que le había ordenado encontrar su primo Euristeo.

Nereo era conocido por su veracidad y virtud:
Pero Ponto, el gran mar, era padre del veraz Nereo que nunca miente, el mayor de sus hijos. Le llaman el Viejo Caballero porque es digno de confianza, y apacible, y nunca olvida qué es correcto, sino que los pensamientos de su mente son benignos y rectos.
Hesíodo, Teogonía 233

Nereo era representado como un anciano llevando un bastón y acompañado de las nereidas. A veces se le mostraba con una cola de pez serpentino en lugar de piernas pero, a diferencia de los dioses con cola de pez Aqueloo y Tritón, Nereo siempre aparecía vestido con un quitón y llevando su bastón. Virgilio añadiría a estos atributos el tridente, identificándose así con el dios Neptuno, representación más tardía del mar.